Exégesis instantánea 1


Cuando el Maestro colocaba un punto final, lo más probable era que estaba dando fin a un texto. Pero también que abría la tranquera a una tropilla ilimitada de interpretaciones con las cuales cientos de miles de hombres, mujeres y niños alrededor del orbe se nutrirían gozosos por el resto de sus días. No en vano el audaz Roland Barthes confesaba el 6 de agosto de 1972 en Apostrophe: “¿Eco y Lotman? Unos palurdos, no quieren entender que esto (la semiótica textual) no fue más que un pretexto para macanear y vender conferencias como churros. Yo ya la levanté a paladas y por eso no me jode venir acá y cantar la verdad de la milanesa. Umberto y Juri (Eco y Lotman), desde luego, no lo aceptan y piensan que esto puede dar para más (…) lo que no saben es que existe un pensador cuyos textos no soportan -y no soportarán jamás- que los maneen así. Ese hombre es Jorge Luis Borges y sus escritos no podrían ser cabalmente descifrados ni por una Coleco…”
Bajo el ala y junto al pecho de la certerísima afirmación barthesiana es que intentaremos una de las infinitas exégesis posibles de dos fragmentos borgeanos, sin pretender con ello hallar el sentido de los mismos.
Hipótesis de lectura: Borges era comunista.
Si nos dirigimos a la página 414 de las Obras Completas (Emecé, 1972) daremos con un pasaje perteneciente al relato El inmortal que reza lo siguiente: “Menos altruista que indiscreto, extendí a Argos una zhenat que, recordé, llevaba en el bolsillo. El homúnculo permaneció extático ante la galleta colorada.
En la 492 topamos con el siguiente fragmento de El Aleph: “Vi el populoso mar, vi el alba y la tarde, vi una plateada telaraña en el centro de una negra pirámide, vi un laberinto roto (era Londres), vi esforzados niños cosacos rodando zhenats abrumadoras, vi interminables ojos inmediatos escrutándome como en un espejo, vi todos los espejos del planeta y ninguno me reflejó...
Si atendemos a la repetida mención de las zhenats (género de bizcochos ruso-moldavios) así también como a la del colorado, y si además, por otro lado, consideramos la histórica entrevista del Maestro con los más altos mandatarios de la URSS en el Kremlin, sitio en que se acordarían las regalías a obtener por la aparición de su rostro junto a fragmentos de sus poemas más célebremente combativos en la cajita alegre de las zhenats CCIYNKAVZ (“Panrusismo o muerte”), podremos concluir que Borges efectivamente fue comunista hasta los tuétanos. Sí, aunque cueste asimilarlo, amigos: un rojo hecho y derecho. ¿Era acaso René menos facho por su color esperanza? Para reflexionar...

1 habas:

Anónimo dijo...

En el 72 una coleco? mmm...