Back to the future V

"Le dijo Jesús: yo soy la resurreción y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá. Y todo aquel que vive y cree en mí no morirá eternamente. ¿Crees esto?" Flp. 1, 21-23
Plot
Corre el año 1839 cuando el doctor Emmett Brownberg contrae una enfermedad tan extraña como funesta: IFF. Instado por Clara, Jules y Verne decide volver al futuro en busca de la cura. El destino fijado es 2010. Pero en ese porvenir remoto da con la triste figura de un Marty McFly enteramente asolado por el mal de Parkinson. El panorama es lastimoso: ambos padecimentos son incurables; por lo que resuelven, tras una pertinente retrocompasión, saltearse 70 años, confiados en el progreso inexorable de la ciencia. El desastre sobreviene cuando el Doc, en el agobio que sólo una vigilia de diecisiete semanas favorece, ingresa unas coordenadas erróneas y el Firehawk 3.1 los devuelve al año cero. Afortunadamente el nuevo dispositivo, que cuenta con un smart browser capaz de detectar focos de civilización, abre un vórtice espacial en Medio Oriente y los arroja en Jerusalén. El Doc, fiel a su nuevo ardor, conviene que un viaje al 32 es mucho más eficaz y económico que uno al 2080 en busca de una improbable panacea: si son sanados por el nazareno zanja categóricamente su dilema de ciencia y fe. Lo hacen. En Betania topan con el mejor amigo del cuñado de Lázaro que les señala la tardanza y les indica la próxima presentación del Hijo: monte Capernaum. Llegan ya entrado el sermón, tarde para las latosas bienaventuranzas, a tiempo para las brillantes metáforas de sal y luz. Se abren paso entre la chusma, llegan ante la Carne de Dios y caen de rodillas, extáticos. A Jesucristo (Willem Dafoe) le hace ruido el look entre camp y cyberpunk de los viajeros temporales (en el original: they reprehend Jesus Christ) y resuelve ayudarlos. Así, como es debido, casi autómata, dispara sendos escupitajos contra los rostros de los disminuidos, les esparce la flema con la palma de la mano como quien desempaña un vidrio y ¡milagro! el prodigio tiene lugar: las caras del doctor Brownberg y de Marty McFly, transfiguradas en algo bellísimo y solemne, emanan un esplendor verdoso, angélico: la mucosa divina los ha curado. Semejante experiencia religiosa los aturde en un torbellino evangelista sin retorno: deben regresar al futuro para limpiar el nombre de Nuestro Señor de toda infamia posmoderna. A la mitad del viaje, movido por una culpa hebraica y subsidiaria o quizás por el polvo de estrellas, el Doc revela a Marty que le ha dejado una carta a Cristo en el bolsillo de la túnica advirtiéndole de la bajeza del Iscariote, de la negación múltiple de Pedro, la indiferencia de la prefectura romana, en fin, la orden de no acercarse a Jerusalén en Pascuas. Marty, con la luminosidad que otorgan las canas, se pone como loco; tan pueril se le hace el razonamiento del judío. ¿Puede ser una humanidad no redimida? ¿Es Jesús Jesús? ¿Encontrarían la nada de llegar a puerto? ¿Pasarían a no-ser? ¿Qué clase de redentor huye cobardemente a su estrella? Cuando regresar y atrapar a Jesucristo es la única premisa. Las desaforadas aventuras de dos hombres estropeados en los albores del cristianismo.

3 habas:

Eridinio Balseiro dijo...

Las reseñas tienen spoilers

Anónimo dijo...

los f1 también

Gala dijo...

Ya que este blog en sus inicios tenía la intención de agregarle versos a ese poema Instantes, le sumo uno que no tiene mucho que ver con todo esto pero sí tiene que ver conmigo ahora: Si volviera a nacer, me enfermaría menos, por ende iría menos al médico y definitivamente sería mucho menos complicada y aunque ya nací y no me queda otra, al menos voy a intentarlo antes de irme al otro mundo.